Con más de 2 millones de estadounidenses sin acceso a agua corriente o a instalaciones sanitarias básicas, la crisis del agua en EE.UU. ha llegado a un punto crítico. Se trata de un desafío multifacético que abarca cuestiones como la escasez de agua, la contaminación, el racismo estructural, la infraestructura inadecuada y los impactos del cambio climático. Chris Freimund se incorporó recientemente a Water For People como gerente del programa WASH (agua, saneamiento e higiene) en EE.UU., el primer puesto de este tipo en Water For People. Aquí, hablamos con Chris sobre los factores que impulsan la crisis del agua en EE.UU., su conexión con la crisis mundial y cómo Water For People planea participar en el trabajo en EE.UU.
¿Por qué un número tan significativo de estadounidenses carece de acceso al agua y al saneamiento?
Es importante entender las razones que se esconden detrás de la falta de acceso para poder cerrar esa brecha y mejorar la situación. El hecho de que millones de personas en EE.UU. no tengan acceso a servicios de agua o alcantarillado y saneamiento en sus hogares es realmente inaceptable.
Gran parte de la información de la que voy a hablar hoy proviene de un par de informes de nuestros colegas de DigDeep y US Water Alliance, y recomiendo encarecidamente leerlos.
Si se analizan los sistemas existentes y cómo se han hecho las cosas históricamente aquí en los EE. UU., el indicador número uno que muestra si alguien experimentará una falta de acceso al agua o saneamiento es la raza, especialmente cuando se analizan zonas donde la gente nunca ha tenido acceso. El racismo sistémico es la primera y más importante razón porque históricamente los sistemas establecidos han beneficiado a algunas poblaciones en detrimento del bienestar de otras.
¿Cuáles son algunas cifras específicas detrás de estas situaciones?
Los hogares afroamericanos y latinos tienen casi el doble de probabilidades de carecer de acceso a los servicios de cañerías y alcantarillado residenciales que los hogares blancos. Los hogares nativoamericanos tienen 19 veces más probabilidades de carecer de acceso a los servicios de agua y saneamiento que los hogares blancos en los EE. UU.
Estas son estadísticas importantes, totalmente disparatadas y aterradoras. Otros factores predictivos son la falta de acceso a los recursos. Las personas con mayores ingresos y niveles educativos más altos tienen menos probabilidades de carecer de acceso a dichos servicios.
En los últimos meses, varios medios de comunicación han dado cobertura a los problemas de la cuenca del río Colorado, un sistema del que dependen 40 millones de personas en varios estados. Compartir las fuentes de agua es un problema importante tanto aquí en EE.UU. como en otros países. ¿Cómo se empieza a pensar en desafíos como este?
Cuando hablamos de gestionar el agua compartida, ya sea a escala local, de una cuenca hidrográfica o de varios estados, nos enfrentamos a una situación increíblemente compleja - tanta gente con distintas necesidades en distintas industrias.
Y esto se complica aún más cuando pensamos en las presiones del cambio climático, ya sean sequías o inundaciones, o el crecimiento demográfico que aumenta la demanda, o los problemas de calidad del agua y el envejecimiento de la infraestructura, ¿cierto?
"Si pensamos en todas esas cosas y luego llevamos despreocupadamente esa complejidad a una situación transfronteriza o binacional, de repente la colocamos en una relación más amplia que abarca múltiples países y que va más allá del agua. Pero lo que realmente significa es oportunidad. Sí, hay más oportunidades para el conflicto, pero también hay más oportunidades para la colaboración - y eso es lo que realmente importa tener en cuenta".
La frontera entre EE.UU. y México, donde desarrollé mi trabajo para obtener mi maestría, tiene mucha agua compartida. Está el río Colorado, el río Grande y muchos acuíferos, pero toda esa gestión del agua también se enmarca en esta relación política más amplia entre los dos países y en estructuras de poder asimétricas.
Las estructuras de gobierno son diferentes y existe la militarización de la frontera - dos cuestiones que entran en juego cuando también se habla del río compartido. La situación se complica. Lo que sucede en un lado afecta al otro.
Lo que eso realmente significa es que es necesario crear sistemas donde haya información muy clara y transparente, donde las estructuras legales para estos países y cómo manejan las cosas sean acordadas por todos. Y por supuesto, esto es aún más importante en tiempos de escasez, como cuando se enfrentan a sequías o impactos climáticos.
Todo esto hace aún más imperativo que, como país, descubramos cómo gestionar de manera sostenible nuestros recursos hídricos a largo plazo, de modo que todos, incluidos nuestros países vecinos, tengan acceso equitativo a servicios de agua y saneamiento saludables. Y es imperativo asegurarnos de que tanto eso como los sistemas que implementemos sean resilientes, en la medida de nuestras posibilidades, a los impactos del cambio climático.
Existe esta necesidad crítica de que invirtamos en infraestructura, invirtamos en esfuerzos colaborativos, invirtamos en comunidades que históricamente han carecido de acceso y también invirtamos en comunidades que ahora están retrocediendo y que, con el tiempo, están perdiendo acceso debido a problemas como las sequías o el envejecimiento de la infraestructura.
¿Y qué acerca de los costos financieros de todos estos tipos de inversiones?
Con todo lo anterior en mente, si eso no es suficiente para convencer a la gente de que necesitamos nuevas políticas, hay un sólido argumento económico para cerrar la brecha de acceso. "Si pensamos en esto desde un punto de vista económico, como lo hacen muchos de nuestros legisladores, cada año que permitimos que la brecha de acceso al agua permanezca abierta, la economía estadounidense pierde más de $1 400 millones".
Y, por cada dólar invertido en llevar agua o saneamiento a una familia, la economía gana casi $5.00. Es decir, la relación es de uno a cinco, lo cual es asombroso. Si todas esas otras cosas no convencen a la gente de que se trata de un cambio importante y de que debemos impulsar nuevas políticas para mejorar la situación e invertir en estos sistemas aquí en los EE.UU. , es de esperar que el factor económico sí lo hará.
¿Por qué crees que este rol en Water For People es tan importante en estos momentos?
Water For People tiene una vasta experiencia a nivel mundial trabajando para cerrar la brecha de acceso al agua en varios países, mediante la mejora de los sistemas. Y tenemos una larga trayectoria de colaboración, trabajando con comunidades y gobiernos para brindar asistencia técnica y apoyo para la formación de capacidades.
Creo que la clave de nuestro éxito en esta esfera se encontrara en la creación de alianzas y coaliciones, facilitando el intercambio de conocimientos con quienes trabajan en esta área en diferentes partes del país, apoyando y coordinando esfuerzos de colaboración y realmente utilizando nuestra voz y plataforma para incidir en el acceso equitativo.
Nuestro objetivo es tener una voz colectiva que impulse nuevas políticas para llenar los vacíos de investigación y datos, porque hay mucha información que desconocemos. Y dicha información es diferente en cada estado y en cada lugar, ¿cierto?
El Vessel Collective recién está lanzándose y estamos muy emocionados de asociarnos con estas maravillosas organizaciones. Este colectivo reunirá a diversas ONG, organizaciones comunitarias, investigadores y otros que trabajan para mejorar el acceso al agua y saneamiento en EE. UU. de una manera que refleja las redes de ONG de agua y saneamiento en otros países donde trabaja Water For People, pero que no existían antes en EE. UU. Será una forma en la que comenzaremos a hablar por medio de la acción colectiva en los EE. UU.
¿Tienes alguna última reflexión para compartir?
Es de vital importancia que invirtamos en todas estas cosas, ya sea en la cantidad de agua, la calidad del agua o la resiliencia climática. Y, por supuesto, lo que nos importa aquí en Water For People es el acceso a agua segura, confiable, asequible y perdurable para las comunidades. Y eso es cierto, sin importar si se trata de agua dentro del país o transfronteriza, porque lo que suceda aquí afectará a nuestros vecinos, y lo que suceda con nuestros vecinos nos afectará a nosotros.