¿Qué haces cuando a la escuela donde has dedicado toda tu vida le cortan el suministro de agua y tus alumnos quedan abandonados a su suerte?
Luci Ramírez ha sido maestra durante 30 años en Cantón Xesic Primero, una escuela ubicada en los paisajes montañosos de las afueras de Santa Cruz del Quiché, Guatemala.
"Amo a los niños y quiero verlos crecer y progresar", comparte Luci. "Me partió el corazón cuando me enteré de que le habían quitado el agua a la escuela".
En un principio, la escuela utilizaba agua proporcionada por Acción Católica, la iglesia vecina. Sin embargo, en 2015, los propietarios de la fuente decidieron que no proporcionarían más agua a la escuela y solo abrirían el grifo para las actividades de la iglesia.
“Llevamos muchos años luchando por el agua. Pedimos una cantidad diaria para que los niños pudieran asearse y beber. Incluso ofrecimos pagarla. Sin embargo, nos la negaron”.

Luci hizo todo lo posible por encontrar soluciones. Se unió a los padres y acudió varias veces a la municipalidad local. Los representantes le explicaron que no podían darles agua porque era privada y no estaba destinada a la escuela. Muchos padres comenzaron a sacar a sus hijos de la escuela debido a esta crisis. Sin agua, los niños que quedaban tuvieron que adaptarse a una nueva y dura realidad.
"Los niños no podían lavarse las manos, ni usar el baño, ni beber", explica Luci.
"Me sentí muy triste en ese momento. Teníamos que llevar en nuestras mochilas botellas de plástico con agua recogida de arroyos cercanos y llevábamos grandes trozos de madera en los brazos para poder hervir el agua sucia", explica Carlos, un estudiante de 12 años. "Veía a niños de tan solo 6 años caminar muchos kilómetros con pesadas botellas llenas de agua".
Sin embargo, la situación no mejoró. El agua sucia que los niños traían de los arroyos y ríos locales seguía afectando la salud de los estudiantes. Tenían alergias, diarrea constante y dolores de estómago, lo que les obligaba a faltar a la escuela semanalmente.

En 2016, Luci y los padres pidieron a Water For People que los visitara y conociera más sobre su situación.
Water For People facilitó el acceso a una nueva fuente de agua. La comunidad de padres también asistió a talleres dirigidos por la organización, donde aprendieron sobre prácticas de higiene y cómo construir un tanque de almacenamiento. Finalmente, con la ayuda de Water For People, construyeron baños y estaciones para lavarse las manos en la escuela. Desde entonces, las condiciones han mejorado drásticamente para los estudiantes.
Se pueden fregar las aulas, lo que da como resultado un entorno de aprendizaje más limpio. Los estudiantes pueden lavarse las manos, beber y cocinar. También pueden concentrarse mucho mejor en sus estudios, ya que ya no tienen que preocuparse por llevar botellas y leña a la escuela.
Aunque la situación era difícil para los niños de la escuela, gracias a la perseverancia y al apoyo de Water For People, Luci demostró que no se puede dar por sentado que el agua potable es un bien que no se puede dar por sentado. Con esperanzas y sueños para el futuro, sigue defendiendo el bienestar de sus alumnos.
Su alumno Carlos comenta: "Es importante tener agua para tener una buena salud, para lavarnos las manos y cepillarnos los dientes. Podemos beber sin enfermarnos y ahora me siento muy feliz y me doy cuenta de lo importante que es para mi educación y la salud de mi comunidad".